El macizo tiene un gran interés etnológico, tal como evidencian las numerosas terrazas, pozos de hielo, masías, hornos de obra, molinos, caminos o fuentes que encontramos a cada paso. Algunas de las construcciones que aún permanecen hoy en día están relacionadas con el uso del agua: pozos, cisternas, estanques, acequias, acueductos, presas y minas de agua. Otras revelan la extracción y transformación de piedras y minerales, que ha dejado un importante legado de minas, yacimientos mineralógicos, hornos de cal y hornos de ladrillos, visibles por todo el macizo.
Los bosques de las Gavarres abastecían de materias primas actividades tan diversas como la cocción de ladrillos, cal y carbón, y la industria del corcho. A partir del siglo XVIII la actividad corchera se convirtió en la más importante en el macizo y, a su entorno, más de un millar de fábricas dedicadas a la transformación de este material iniciaron su actividad.
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